La necesidad de mantener ambientes libres de microorganismos patógenos siempre ha estado presente, situación que se agudizó con la presencia del SARS COV-2; dejando de ser así una práctica habitual únicamente en instituciones médicas, industria alimentaria y farmacéutica, en el sector pecuario, de envases y espacios públicos.
Tras encontrar evidencias científicas de que el virus se transmite por el aire, surge la necesidad de desinfectar aunque se cumplan con estrictos procedimientos de higiene o bioseguridad a fin de evitar uno de los principales contaminantes que puede afectar a la calidad y a la seguridad de los procesos: los bioaerosoles. En este sentido, numerosos sistemas y métodos para la desinfección y purificación del aire han aparecido desde el inicio de la pandemia introduciendo su uso en programas y planes de prevención.
Por lo tanto la necesidad de mejorar la calidad microbiana del aire, es imperativa; esta se puede conseguir mediante la implementación de medidas preventivas y tratamientos invasivos de desinfección en seco, entre otras medidas de control que nos ayuden a conseguir una higiene óptima y unas condiciones de seguridad adecuadas.